ITINERARIO
LA CAROLINA-VILCHES-ARQUILLOS-ÚBEDA

Este itinerario lo realizó san Juan de la Cruz en numerosas ocasiones, procedente de Úbeda o con destino a ésta. Precisamente, al ser Úbeda el lugar en donde murió, suele asociarse con este destino, a lo cual insistimos una vez más, que san Juan de la Cruz efectuaba sus viajes según la necesidad que tuviera y, por lo tanto, los hacía en un sentido o en otro. Diremos, en este contexto, que entre Vilches y Úbeda también hizo el recorrido por la “muy noble y leal ciudad de El Mármol”, perteneciente al municipio de Rus.

Sea de una forma u otra, recordamos a santa Teresa:

La pobreza es el camino,
el mismo por donde vino
nuestro emperador al suelo,
«hijos» del Carmelo.

CAMINEMOS, CAMINEMOS,
CAMINEMOS PARA EL CIELO,
HIJOS DEL CARMELO CAMINEMOS,
CAMINEMOS PARA EL CIELO.

No deja de nos amar
nuestro Dios y nos llamar
sigámosle sin recelo,
«hijos» del Carmelo.

Vámonos a enriquecer
a donde nunca ha de haber
pobreza ni desconsuelo,
«hijos» del Carmelo.”

Vayamos ahora por Arquillos, veamos el Puente de Ariza, lugar donde dicen sucedió el milagro de los espárragos…. Y comenzamos en La Carolina.

LA CAROLINA (LA PEÑUELA)

https://www.ayuntamiento.es/la-carolina/

Si desea contactar con la parroquia de La Inmaculada, su teléfono es: 953660037

Fue en la segunda quincena de octubre de 1578 cuando fray Juan de la Cruz, procedente de Almodóvar del Campo, llegó a La Peñuela (hoy La Carolina), lugar habitado por ermitaños que, en junio de 1573, se incorporaron a la Orden del Carmen: el convento de “Jesús María del Monte de La Peñuela” fue el primer lugar de la inmensa Andalucía, que llenaría el alma y el caminar de san Juan de la Cruz durante más de una década.

Ermita de san Juan de la Cruz (La Carolina)

Según Efrén de la Madre de Dios ocd y Otger Steggink oc, biógrafos del santo, el día 16 de octubre de 1578 partieron, él y sus acompañantes, “sin demora” de La Peñuela hacia Beas de Segura, villa en la que habría de atender como confesor, al convento de monjas carmelitas recién fundado por santa Teresa en 1575, y hacerlo desde el convento de frailes “de Nuestra Señora del Monte Calvario”, cercano a la ciudad de Beas (fundado precisamente por frailes de La Peñuela) y hacia el que se dirigía como prior del mismo.

Este lugar fue visitado por fray Juan de la Cruz seguramente más de una veintena de ocasiones, por su crucial localización como entrada o salida entre Andalucía y Castilla. Fueron varias las veces que hubo de acudir a Capítulos en Valladolid, Almodóvar o Madrid, teniendo como origen Granada o Beas: el paso por La Peñuela era inevitable y, a su regreso a Andalucía, igualmente. Pero, es más, sin necesidad de esta localización limítrofe, también fray juan de la Cruz gustaba de estar allí (“convento de los frailes mudos” que, por el silencio reinante, era conocido en aquellos finales del siglo XVI), por el silencio y la soledad recogida que hallaba, procedente de Santa Ana -Castellar-, La Fuensanta -Villanueva del Arzobispo- o Beas de Segura, o aquellas en las que se dirigió hacia Andújar y Córdoba, pasando también por Linares (ciudad a la que fue varias veces a predicar) …

Lugar de paz y sosiego en el que sus noches estrelladas siguen siendo casi las mismas, en las que descansar en cualquier travesía de la vida…

Hoy, en pleno siglo XXI conviene decir que San Juan de la Cruz acudía a estos lugares como obligación o situación inevitable, y es precisamente en ello en lo que encontraba su regocijo: sus obligaciones como confesor, provincial y siempre fraile, eran el motivo de sus desplazamientos. Sin embargo, continuamente valoraba el encuentro y la riqueza de ambientes y lugares en los que se encontraba y, sobre todo, de las personas, con cuya cercanía, como hermanos hijos de un mismo Dios, alimentaba también su alma. De este modo, el santo, con su ejemplo, nos impulsa a “no distraernos” en este camino hacia el interior, con cuanto es externo y, a la par, hacer de todo ello aliciente y muestra de la bondad de Dios manifiesta también en la inteligencia del ser humano, sus logros y trabajos de cada día.

Y llegamos a 1591, año en el que un 28 de septiembre, desde La Peñuela partió hacia Úbeda, a recibir atención médica por unas calenturillas que le amenazaban paralizar las piernas, y quizá… su estancia entre nosotros. Y partió, desde La Peñuela hacia Úbeda en donde reinició su viaje esta vez hacia el cielo, “a cantar maitines” …

En este punto, recordamos el milagro tantas veces relatado de su presencia en La Peñuela, oficiando misa, en el mismo instante en que murió en Úbeda. El hermoso tapiz que contemplamos en su capilla de la “Ermita de San Juan de la Cruz”, así lo testimonia.

Después, durante 1767, se fundó La Carolina -en honor a Carlos III-, en una amplia extensión que incluía el “Desierto de La Peñuela”. Poco después, los frailes se trasladaron a Cazorla, sin embargo, su huella y recuerdo siempre quedó en estas tierras que también han sabido conservarlo parte importante de su historia-como evidentemente lo es-, orígenes y realidad en la que el progreso y la sucesión de generaciones visten de esfuerzo e ilusión el futuro, siempre venidero. Desde entonces La Carolina ha sabido honrar a San Juan de la Cruz, a través numerosos monumentos, eventos, Cofradía… y el ejemplo omnipresente, de la entrega generosa del día a día en favor de quienes han de venir después, tal y como lo hizo san Juan de la Cruz, al que hoy, La Carolina rinde homenaje y a quien se acoge como su santo patrón.

RECORRIDO ENTRE LA CAROLINA Y VILCHES

Propuesto en https://elcaminodesanjuandelacruz.blogspot.com/, según versión de noviembre 2023.

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Breve descripción del recorrido

En esta ocasión, comentamos el recorrido en dirección hacia Vilches.

Todo el trayecto transcurre por el que fue Camino Real, hoy convertido mayormente en carretera asfaltada, por lo que deberán de tomarse todas las precauciones y medidas de seguridad al efecto (chaleco reflectante, caminar alejado lo más posible de la circulación, etc.) Al día de hoy, no nos ha sido posible identificar una ruta cercana, posible de realizar a pie sin los inconvenientes del tráfico rodado. El recorrido tiene dos partes bien diferenciadas, un descenso desde La Carolina buscando el río Guarrizas y tras cruzarlo un tramo ascendente hasta la población de Vilches. Todo el trayecto que recorreremos es zona adehesada de bosque mediterráneo donde se ha instalado con éxito la repoblación de lince ibérico. Así fue como conoció estos caminos, por los que anduvo, san Juan de la Cruz, siempre acompañado de, al menos, un fraile.

Iniciamos el camino en la Ermita de La Peñuela. Encaramos el paseo que nos lleva a la calle Peñuelas. Dejamos la estrecha calle para entrar en la plaza de la Iglesia, dominada por la parroquia de la Inmaculada Concepción, patrona de La Carolina y Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, y el palacio del Intendente, construido sobre obra del convento Carmelita. De aquí tomaremos la señorial calle Jardines, cruzaremos la amplia plaza del Ayuntamiento y, por la calle Real (alegoría al camino que por aquí discurría), alcanzaremos el paseo del Molino de Viento atravesando la plaza de España. Concluido el largo paseo saldremos a la antigua carretera nacional, girando a la izquierda hasta llegar a una rotonda que nos enfilará camino de Vilches. Descendemos por la conocida cuesta de los bidones hasta confluir con el tramo de carretera que viene de Beas de Segura y termina en las Navas de Tolosa, antigua venta de Linares.

Llegamos al río Guarrizas, localmente conocido como río Vilches o puente de La Carolina, según en la orilla en la que nos situemos. Cruzaremos por el viaducto que hicieron tras embalsar el agua en la presa de La Fernandina, lo haremos por la zona peatonal existente junto a la baranda. Tras cruzar el puente comenzamos a ascender dejando atrás el embalse hasta llegar a una bifurcación, nos encontramos en el monte público de La Zarzuela, donde existe un área de descanso (cerrada en periodo estival). Tomaremos el camino de la derecha que tras una breve subida nos regalará una amplia y maravillosa panorámica de nuestro destino. Solo nos quedará completar la larga recta de El Campillo para llegar a la zona de la estación del ferrocarril y, desde aquí, atravesar la parte nueva de la población hasta encaramarnos a la plaza de la Iglesia de San Miguel.

EL GEMIDO DE LA ESPERANZA…

A veces la esperanza se nos hace como algo extraño, ausente o recurrente cuando las cosas no parecen ir bien… Sin embargo, cada segundo de nuestra vida está teñido de esperanza, concediéndonos una seguridad que, aun pasándonos desapercibida por acostumbrada, llena de confianza nuestro caminar. ¿Cómo es mi esperanza, cómo me llena de vida?

En silencio…: EL GEMIDO DE LA ESPERANZA

Dios, prometiéndose, despierta nuestra esperanza, abre nuestras vidas, rompe nuestros límites.

Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día:
el aspirar del aire,
el canto de la dulce filomena,
el soto y su donaire,
en la noche serena
con llama que consume y no da pena…

(Cántico A, 37-38)

Poema que nos atrae con fuerza y nos pone en camino.

La esperanza nos hace pobres, nos desviste de riquezas que ocupan nuestro corazón; nos adentra en la novedad. “Claro está que este caminante no podría venir a nuevas tierras, ni saber más de lo que sabía antes, si no fuera por caminos nuevos nunca sabidos, y dejados los que sabía” (San Juan de la Cruz)

La esperanza nos hace escuchar y acoger los gemidos de todos los tiempos, la historia dolorosa de la humanidad, la esperanza de los sin esperanza, para saltar con ellos toda barrera; de este modo, el gesto esperanzado recorre todos los vericuetos de lo humano. Tanto el dolor, como la felicidad, los momentos de plenitud, como los de hundimiento y fracaso, pueden contener gérmenes de esperanza.

El Espíritu nos enseña a formular nuestra esperanza: que se manifieste en plenitud lo que es ser hijos de Dios (cf Rom 8,23). En un mundo confuso, donde no siempre vemos claro lo que conduce al reino de Dios, en muchos momentos sólo tenemos a nuestro favor la fidelidad de Dios y, esto, nos llena de esperanza. No olvidemos que es “esperanza cierta” No es una ilusión, es una confianza plena en el amor de Dios.

Juan de la Cruz, en su poema, llena la realidad de este amor inefable, recogido a su paso por tantos lugares, en los trinos del ruiseñor (= filomena), la noche, el cielo estrellado, la brisa…

¿CÓMO ES MI ESPERANZA?
¿CÓMO ME LLENA DE VIDA?

VILCHES

https://www.ayuntamiento.es/vilches/

Si deseas contactar con la parroquia de San Miguel Arcángel, su teléfono es: 953630084

Desde que en 1573 los ermitaños que habitaban en La Peñuela se integraron en la Orden renovada del Carmen, los frailes, ya carmelitas descalzos, acudían a veces a la vecina Vilches, distante unos 15 km de aquel convento: unas tres leguas, es decir, a unas tres horas de camino.

Otros lugares, algo más distantes como Baeza o Linares, también contaron con su presencia. Hasta tal punto fue esto así que, cuatro años después, en 1577, estas poblaciones pidieron al padre Comisario que estos frailes, recién trasladados a las inmediaciones de Beas (en El Calvario), regresaran a La Peñuela, lo cual sucedió.

A partir de 1578, un nuevo fraile se sumaría a estas visitas, modos de vida y predicaciones: fray Juan de la Cruz, que en su camino hacia Beas por vez primera en dicho año, pasando sin duda cerca del castillo de Giribaile, en cuyo interior, el sg. XVIII se construiría la ermita Virgen del Castillo.

Ermita Virgen del Castillo (foto de webjaen)

Vilches fue un lugar muchas veces visitado por el santo: en sus desplazamientos con Santa Ana (Castellar), Beas de Segura o El Calvario (Villanueva del Arzobispo), pasaba por Vilches; en los que se establecían con Úbeda o Baeza, también. Cuando pasaba por este lugar y, según cuenta la tradición, solía descansar en la ermita de San Gregorio, en la actual barriada de Los Mesones.

Ermita de San Gregorio (verpueblos.com)

“Un camino hacia el cielo”

El verdadero camino de San Juan de la Cruz, es siempre hacia el cielo: “Él (Dios) está sobre el cielo y habla en camino de eternidad” (2S 20,5)

San Juan de la Cruz nos acompaña hacia el cielo con palabras de eternidad, con un lenguaje que no pasa de moda, que se necesita siempre, para seguir caminando; descubrimos la identidad del camino de S. Juan de la Cruz como andariego, es de un Camino hacia el interior y que a la vez nos dirigimos hacia el cielo, a la eternidad.

Ahora inicia, desde Vilches, un camino hacia el lugar desde el que ya no podrá seguir caminando en esta tierra… Es septiembre de 1591. En alguna ocasión fue hacia “la muy noble y leal villa de El Mármol”, en esta ocasión se dirige hacia Arquillos.

RECORRIDO ENTRE VILCHES Y ARQUILLOS

Propuesto en https://elcaminodesanjuandelacruz.blogspot.com/, según versión de noviembre 2023.

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Breve descripción del recorrido

Desde la plaza Mayor nos dirigimos al frente hasta alcanzar La Corredera, transversal con esta, donde giraremos a la derecha. Avanzaremos por esta calle principal del viejo Vilches que nos sacará a las afueras, justo donde termina una valla quitamiedos que nos acompañará por la izquierda. Acaba el asfalto y tendremos que girar 180 grados para tomar el camino que desciende decididamente por entre antiguas viviendas-cueva horadadas en la roca y un cuidado pilar que nos despedirá de este bonito pueblo de cerros. Continuamos por este camino estrecho que pronto se unirá a otro de tierra, más ancho y transitable para vehículos, aquí es donde abordamos el Camino Real que seguiremos entre olivos hasta llegar a una clara bifurcación. En la bifurcación, optaremos por el camino de la izquierda, y lo seguiremos recto, ignorando una clara desviación que sale por la izquierda, hasta llegar a la zona inundable que reconoceremos por el tipo de vegetación que a partir de aquí se nos presenta. No podremos continuar de frente ya que nos introduciríamos en aguas del embalse, si pudiéramos hacerlo, saldríamos por la otra orilla directamente a la venta de Los Arquillos. Consiguientemente seguiremos por la izquierda, por el que se encuentra bien trazado.

Recorrido un trecho cruzaremos un bonito pinar, a la salida de este, por la izquierda nos saluda el viejo cortijo de Juanillo Reyes, por aquí si hubiera buen año de aguas, el camino rozaría el embalse. Pronto nos toparemos con otra edificación, el cortijo de San Alejo, una importante explotación agrícola en su tiempo. Seguiremos para volver a introducirnos en el olivar y salir a la carretera A-301. En este punto y durante el tramo de carretera que seguiremos, extremaremos la precaución debido al tráfico que soporta. Pronto alcanzamos el largo viaducto de los 18 arcos que cruza el embalse del Guadalén. Una vez atravesado, durante aproximadamente quinientos metros llegamos a un pequeño cortijo donde arranca el camino que nos llevará a Arquillos, pasando junto al cementerio municipal y entramos junto a la Torre del reloj.

PIENSA, MEDITA…

Santa Teresa nos decía que “Orar es hablar de amistad, a solas con Aquel que sabemos nos ama”. Nuestra oración es también un camino de esperanza

CAMINOS DE ESPERANZA

Las fértiles tierras de Vilches, inundadas hoy por sus embalses, mantienen aún el increíble paisaje que vio san Juan de la Cruz y que alentaría su camino de esperanza, unas veces con plena vitalidad, otras cercano su tiempo a un fin, siempre cerca del Amado…

Es muy preocupante en la persona el déficit de esperanza.

La soledad que acecha al individualismo hace que la falta de esperanza se constituya en amenaza, una especie de sombra que se va tejiendo en las esquinas de nuestra vida.

Lo que inicialmente recoge nuestros esfuerzos e ilusiones (autonomía, realización personal, búsqueda de la felicidad, de seguridad…), a veces se centra sólo en uno mismo, tendiendo al desarrollo de un egocentrismo que, sin haberlo querido, relega el papel de Dios a un segundo plano, a poco más que una opción que, unas veces se toma, otras no. Sus caminos pasan a ser los nuestros, pero no porque seamos conscientes de su presencia en nuestra vida, sino por todo lo contrario: porque lo hacemos a nuestra medida.

Las noches que caen sobre la humanidad impiden ver lo nuevo que está brotando (cf Is 43,18-19) y hacen que muchos añoren y se agarren a lo viejo o se evadan atraídos por una futurología que deja prisionera la esperanza. Pero a la noche le sale al paso la esperanza.

Ahí estamos los orantes, en tensión, con una historia de esperanza en el corazón, aunque a menudo sea muy humilde y se esconda en lo cotidiano de la vida.

Ahí estamos, enormemente sorprendidos de que Dios nos ofrezca participar de su misma vida y de que, para ello, quiera soltar los manantiales retenidos en nuestro corazón.

Ahí estamos, percibiendo cómo el Espíritu nos propone la cultura de la verdad, del bien y de la belleza, fuentes inagotables de alegría verdadera; escuchando en toda circunstancia el final anticipado de la historia: “Mirad que hago todo nuevo” (Ap 21,5).

Ahí estamos, sabedores de que “el porvenir de la humanidad está en manos de quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para vivir y razones para esperar” (GS 31).

EL OBJETO DE NUESTRA ESPERANZA

Nuestra esperanza tiene un nombre: Jesucristo. La esperanza es el estilo de vida de los que se enfrentan a la realidad “enraizados y edificados” en Jesucristo (cf Col 2,6). Mío es todo, “porque Cristo es mío y todo para mí… No te pongas en menos ni repares en migajas, sal fuera y gloríate en tu gloria” (San Juan de la Cruz).

MOMENTO DE ORACIÓN

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Atrévete a esperar con Jesús: una humanidad más confiada, un futuro ilusionante
Acepta el reto del Espíritu y pon en movimiento: una palabra de esperanza, unos gestos de paz
Sitúate en el mundo como el Padre quiere: con mirada limpia y acogedora, con sentimientos de ternura y compasión,

VEN, ESPÍRITU SANTO
Ayúdame a recorrer este camino de esperanza…

VEN, ESPÍRITU SANTO
Abre mi corazón a la confianza.
Oramos dando gracias por tantos brotes de esperanza:

Gracias, Señor, por el cosmos y su increíble sinfonía.
Gracias, Señor, por los que tienen siempre una palabra de aliento.
Gracias, Señor, por los gestos de paz y ternura que hacen frente a la violencia.
Gracias, Señor, por la cercanía siempre fresca de los amigos
Gracias, Señor, por los débiles de la tierra y su contribución impagable a la esperanza.
Gracias, Señor, por tantos gestos cotidianos de servicio y gratuidad.
Gracias, Señor, por el milagro del agua y del pan, del abrazo y del beso.

ARQUILLOS

https://arquillos.es/

Si deseas contactar con la parroquia de la Inmaculada Concepción, su teléfono es: 953633004

Conocida a finales del siglo XVI como “Venta de los Arquillos”, en 1575 recibió la visita de Santa Teresa de Jesús y, posteriormente a partir de 1580 y en varias ocasiones, de san Juan de la Cruz, hasta 1591, fecha en la que procedente de La Peñuela (actual La Carolina) se dirigió hacia Úbeda.

Era la Venta de los Arquillos lugar de descanso y encuentro, muy frecuentado por arrieros, pastores y labriegos que habitaban las fértiles tierras del lugar. En dirección a Linares y Andújar, hacia Beas o hacia Baeza, la historia del lugar marcaba un referente siempre comentado por quienes por allí pasaban: una visita de Cristóbal Colón a finales del siglo XV no lo era para menos, así como los frecuentes intercambios que se sucedían en aquella Venta y su entorno.

Juan de la Cruz solía pasar desapercibido, si bien la huella de su santidad y magisterio oral también se quedó en aquellas tierras: corregía a quienes mal hablaban de Dios o de la Iglesia, evitaba enfrentamientos y, con el ungüento de su palabra, pacificaba los conflictos que a veces se sucedían en ese y en tantos lugares de paso. Su magisterio tampoco pasaba desapercibido y, en medio de la pobreza y una ruda cultura, crecida en el trabajo y sacrificio, aliviaba con su presencia y ejemplo a toda persona que con él se encontraba. Nunca se detuvo mucho tiempo, pues su obligación le apremiaba en sus destinos, generalmente La Peñuela (La Carolina) o Baeza. No dudamos de que, por la cercanía en aquel entorno, aquella Venta se le ofreciera también para acercarse a sus alrededores, a los que acudía a predicar como Linares, o en alguna ocasión Sabiote, tan cercana y en la que hubo convento de monjas a partir de 1585. Como Provincial de Andalucía fueron numerosos sus desplazamientos y, en todos ellos, y por esta zona, Arquillos sirvió como punto de partida o destino, que inauguraba otros más distantes…

Plaza del reloj, Arquillos (https://laodiseadelosdias.blogspot.com/)

Descripción del recorrido entre Arquillos y Úbeda (por Puente de Ariza)

La distancia total (alrededor de 30 km) y, para el caso de hacerlo en sentido hacia Úbeda, el alto desnivel de la última parte del recorrido, aconseja plantear dos etapas diferenciadas, concluyendo la primera en El Gavellar y, la segunda, por Santa Eulalia, ya en Úbeda. Adjuntamos también los tracs para cada una de ellas, en formato gpx.

Hay que tener en cuenta que la realización de este tramo se encontrará siempre condicionada al nivel de las aguas del embalse de Giribaile. Épocas lluviosas pueden llevar a que incluso el Puente de Ariza (o “Puente Nuevo”) quede completamente sumergido, por lo que la única opción para conseguir nuestro objetivo de llegar a Úbeda será transitando por la carretera autonómica A – 301, tomando la variante que se realizó para salvar el paso de este puente por la previsible inundación.

En todo caso, como quiera que los terrenos pueden estar o haber estado inundados, conviene extremas las precauciones al respecto, ya que al ser arcilloso se puede dificultar mucho el caminar. Por lo demás, los recorridos no son complicados y, tanto en Ntra. Sra. de Guadalupe como en Santa Eulalia, se puede disponer de espacio para el encuentro con vías rodadas y el descanso.

Recorrido entre Arquillos y Úbeda

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Breve descripción del recorrido

Salimos de Arquillos en dirección hacia el Camino de Úbeda, que lo seguimos hasta llegar al cruce de la Senda de los Ronceles, tomándolo a su izquierda. Seguimos la senda, cruzando el Barranco de piedra y continuamos hasta llegar al cruce con la A 301, continuando hacia la Cañada Real conquense, que dejaremos más adelante hasta llegar al Puente de Ariza.

Puente de Ariza

Nos dirigimos, por la casa de la Cañavera, de nuevo hacia la A 301 por la que caminamos un poco y tomamos, a algo menos de 1 km, hacia la derecha por JV-604, llegando así a El Gavellar, en donde encontramos el Santuario dedicado a Ntra. Sra. de Guadalupe.

De allí a Santa Eulalia, el recorrido es sencillo, si bien hay que señalar la larga subida antes de alcanzar Úbeda.

PIENSA, MEDITA…

La esperanza no tiene nada que ver con la pasividad, ni con una cómoda resignación; por el contrario, infunde en nosotros un dinamismo impresionante por alcanzar lo que la fe nos propone.

Además, la esperanza no es únicamente una cuestión de mirada, de ojos nuevos, sino también de manos nuevas y trabajo adecuado y eficaz: “La esperanza ha de escuchar con sentido casi musical el movimiento de la realidad y preguntar en qué dirección hay que trocar la melodía” (E. Bloch).

EL DINAMISMO DE LA ESPERANZA

La esperanza nos afirma incluso allí donde ronda el fracaso y las tendencias de los futurólogos sólo pronostican el derrumbe. Porque su posibilidad no radica en las experiencias óptimas de los triunfadores, sino en la promesa del Padre de nuestro Señor Jesucristo. “Milagro es que los hombres no renuncien a sus valores cuando el sueldo no les alcanza para dar de comer a su familia, milagro es que la persona se detenga ante el abismo del mal, milagro es que el amor permanezca y que todavía corran los ríos cuando hemos talado los árboles de la tierra” (Ernesto Sábato).

Cuando somos creativos se asoma la esperanza a nuestro mundo; cuando confiamos en el ser humano a pesar de todos los fracasos y decepciones; cuando defendemos la dignidad de todo ser humano, llamado a la igualdad de amor con Dios; cuando frente al individualismo, ofrecemos solidaridad, y frente a insensibilidad, misericordia.

“Toda nuestra ciencia consiste en saber esperar” (Beato Rafael)

Con Benedicto XVI, para reconocerse en el camino… (encíclica Spe Salvi):

“El Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida. La puerta oscura del tiempo, del futuro, ha sido abierta de par en par. Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva” (Spe Salvi, 2)

“Ya no somos esclavos del universo y de sus leyes, ahora somos libres. Esta toma de conciencia ha influenciado en la antigüedad a los espíritus genuinos que estaban en búsqueda. El cielo no está vacío. La vida no es el simple producto de las leyes y de la casualidad de la materia, sino que en todo, y al mismo tiempo por encima de todo, hay una voluntad personal, hay un Espíritu que en Jesús se ha revelado como Amor” (Spe Salvi, 5)

“El hombre necesita a Dios, de lo contrario queda sin esperanza. Visto el desarrollo de la edad moderna, la afirmación de san Pablo (Ef 2,12) se demuestra muy realista y simplemente verdadera. Por tanto, no cabe duda de que un «reino de Dios» instaurado sin Dios –un reino, pues, sólo del hombre– desemboca inevitablemente en «el final perverso» de todas las cosas descrito por Kant: lo hemos visto y lo seguimos viendo siempre una y otra vez. Pero tampoco cabe duda de que Dios entra realmente en las cosas humanas a condición de que no sólo lo pensemos nosotros, sino que Él mismo salga a nuestro encuentro y nos hable. Por eso la razón necesita de la fe para llegar a ser totalmente ella misma: razón y fe se necesitan mutuamente para realizar su verdadera naturaleza y su misión” (Spe Salvi, 23)

“Quien ha sido tocado por el amor empieza a intuir lo que sería propiamente «vida». Empieza a intuir qué quiere decir la palabra esperanza que hemos encontrado en el rito del Bautismo: de la fe se espera la «vida eterna», la vida verdadera que, totalmente y sin amenazas, es sencillamente vida en toda su plenitud. Jesús que dijo de sí mismo que había venido para que nosotros tengamos la vida y la tengamos en plenitud, en abundancia (cf. Jn 10,10), nos explicó también qué significa «vida»: «Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo» (Jn 17,3). La vida en su verdadero sentido no la tiene uno solamente para sí, ni tampoco sólo por sí mismo: es una relación. Y la vida entera es relación con quien es la fuente de la vida. Si estamos en relación con Aquel que no muere, que es la Vida misma y el Amor mismo, entonces estamos en la vida. Entonces «vivimos»” (Spe Salvi, 27)

ÚBEDA

https://www.ayuntamiento.es/ubeda

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Fueron muchas las veces que san Juan de la Cruz estuvo en Úbeda, aunque sobresalga el hecho de que fue en esta ciudad donde pasó sus últimos días de enfermedad. Úbeda es lugar privilegiado en los cruces de caminos que recorría en la provincia de Jaén

Dans le noir

José Vicente Rodríguez ocd, en la obra “Dios habla en la noche” (pág. 194), nos refiere que, estando en el Calvario y sin nada que llevarse a la boca, un día llegó un enviado de Doña Felipa de Carvajal de Úbeda con “dos cabalgaduras cargadas de bastimento para los religiosos del monasterio… Los religiosos, decían “el milagro del padre fray Juan de la Cruz” (pues lo avisó antes de que sucediera a fin de confiar en la Providencia) y, por respuesta, su consejo era: “seamos lo que debemos, que Dios nos dará lo que hubiéremos menester”.

También, el mismo autor y en la misma obra (pág. 207) nos indica el camino que recorría Juan de la Cruz mientras estuvo en Baeza cada quince días o cada mes (fueron, al menos, tres años): Baeza, Úbeda, Torreperogil, Villacarrillo, Villanueva del Arzobispo. Al regresar, solía pasar por El Calvario.

La elección de acudir a Úbeda para atender sus dolencias tuvo de hecho, como motivo, el que “era poco conocido, no tanto como en Baeza”

Podemos decir que, el convento de Úbeda (fundado en 1587) ha crecido con san Juan de la Cruz desde el cielo, pues allí se han venido a recoger obras y testimonios de gran valor en relación con la vida y obra de Juan de la Cruz.

Tránsito de San Juan de la Cruz. Museo del Convento de San Miguel y San Juan de la Cruz. Úbeda

De la obra “Tiempo y vida de San Juan de la Cruz”, de Efrén de la Madre de Dios o.c.d .y Ottger Steggink o.c. (BAC 1992, págs.. 822 y ss.) extractamos lo siguiente, relativo a su presencia en Úbeda, como destino tras más de 26.000 km andados, a lo largo de 49 años…

El día 12 de septiembre -de 1591-, al mes escaso de su llegada -en La Peñuela, procedente de Madrid y con destino a Méjico- «diole una calentura, la cual le acudía cada día» (…) Los religiosos que estaban enfermos eran llevados al Hospital de Baeza (…) El P. Juan de la Cruz, que nunca quiso tomar decisiones personales sobre sí mismo, se dirigió al Provincial, P. Antonio de Jesús, para que él dijese lo que tenía que hacer en aquella contingencia (…) El 21 escribía el santo a Dª Ana de Peñalosa y decía «Mañana me voy a Úbeda a curar de unas calenturillas que, como ha más de ocho días que me dan cada día y no se me quitan, paréceme habré menester ayuda de medicina»

No todos aceptaban de buen grado que se fuese a curar a Úbeda. Seguimos con su biografía…

“… «yo, como Prior del convento -de la Peñuela- trataba que fuese al colegio de Baeza y no al convento de Úbeda, por ser casa más desacomodada que la de Baeza y estar en ella por Rector el P. Ángel de la Presentación, gran amigo del santo, y por el contrario el convento de Úbeda era fundación era fundación nueva y así poco acomodada para curar enfermos, y el Prior que la gobernaba era desabrido y no muy afecto al Santo. Pero él rehusó el ir a Baeza, por ser el Rector su amigo y muy conocido allí, como fundador de aquel Colegio, y escogió el ir a Úbeda» (…)

La salida se señaló en un principio para el 21 de septiembre (…) hasta que el día 27 llegó un nuevo conventual procedente de Úbeda, y traía su cabalgadura, un machuelo que cierto amigo de Úbeda les había dejado (…) Partieron de La Peñuela el sábado 28 de septiembre (…) Así anduvo desabrido el trayecto de tres leguas hasta La Puente Nueva, llamada hoy Puente de Ariza. «Llegó -dice el testigo- a Guadalimar en mitad del día, y quísose ir a reposar un rato debajo de La Puente Nueva»

Sólo le dio deseo de comer unos espárragos, los cuales no se podían haber por no ser tiempo de espárragos, que era fin de septiembre. Así el caso, «vio dentro del río, encima de una peña, un manojo de espárragos. Diciéndole al hermano Donado mirase si se le habían quedado a alguno que los andaba cogiendo, respondió: “Padre, este es el milagro porque no es tiempo de ellos ni parece en esta tierra nadie”. Entonces le mandó le tomase y pusiese el valor de él en el mismo lugar, que fue un cuarto (4 mrs.) los cuales vi, porque se los aderecé» (…)

Son numerosas las muestras de consideración, respeto, sensibilidad, humildad… que san Juan de la Cruz mantuvo durante el desarrollo de su enfermedad. Úbeda ha sabido bien conservarlas. La historia posterior al fallecimiento de fray Juan de la Cruz (noche del 13 al 14 de diciembre de 1591) está llena de testimonios aportados en el proceso de beatificación, pero sobre todo, en la huella indeleble de una vida de santidad.